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Abolición del género binario (y cualquier otro)

27 agosto, 2019 by sergio

Este «palabro» significa eliminar todo lo que implica el género masculino y el femenino (género distinto de sexo, que lo de sexo no binario ya sería otro temita).

No parece mala cosa, en aras a alcanzar una igualdad real y mayor libertad para que las personas puedan elegir su camino, que se eliminen todas las construcciones culturales y sociales que encorsetan (y nunca mejor dicho) a las personas en un género (y por lo tanto en una serie de relaciones de poder, funciones sociales y demás usos y constumbres).

Sobre eso va este artículo: La trampa de la feminidad y las nuevas masculinidades, de Tasia Aránguez Sánchez, que merece mucho la pena leer.

Cuando habla de nuevas masculinidades se refiere a «otras maneras de entender el género masculino distintas a la dominante o más aceptada a nivel social», o sea, que no sean el «macho tradicional», que siempre es el que acapara atención pública (y cargos), mayor control de los medios de producción familiar, se espera de él que sea el sustentador de la familia, que no asume roles de cuidador, que no exterioriza sentimientos ni debilidades, incluído el preguntar cuando se ha perdido y otras que seguro que ya se os han ido ocurriendo.

De la parte a la crítica de la feminidad tradicional, no tengo nada que decir. Esa feminidad que implica una mujer dócil, que no quiere destacar por encima del hombre, abnegada y entregada a los cuidados, «el descanso del guerrero» y todo eso. Un ejemplo en clave cómica es lo que ocurría en el capítulo 2 de la temporada 11 de la serie Big Bang Theory, donde las parejas mujeres de dos de los protagonistas hombres les ocultan hasta qué punto están triunfando profesional y monetariamente, para tener la fiesta en paz. Posiblemente sea necesario, más que un elogio o una reafirmación de esta feminidad, el abrir lo posible la panoplia de la feminidad hasta que se diluya.

Pero creo que, precisamente de cara a la abolición de esa distinción de género masculino y femenino, y al contrario de lo que defiende el artículo, sí es útil el trabajar las «masculinidades alternativas a la dominante» (o simplemente «masculinidades alternativas», que es como algunas personas preferimos llamar a las «nuevas masculinidades», porque en realidad no son nuevas, aunque siempre se las han tratado de ocultar u obviar frente a la dominante). Creo que puede ser útil para deconstruir y diluir ese binarismo entre masculinidad dominante y «feminidad tradicional» estirando tanto el concepto de masculinidad que pierda sentido hablar de algo que engloba tanta diversidad y que se superpondría cada vez más con esa feminidad expandida de la que hablé antes (incluso si, como se afirma en el artículo, la feminidad tradicional no fuera sino parte del constructo de masculinidad tradicional). Abrir esos abanicos hasta que vayan diluyéndose y estallando posiblemente sea la única opción para abolir el binarismo. La lucha feminista seguirá en cualquier caso siendo la clave, porque como también decía el artículo, es difícil renunciar al poder y a lo que es útil y placentero, y los espacios de mujeres que rompen con la feminidad tienen que ser cada vez mayores hasta hacerla saltar por los aires, pero yo como hombre necesito pensar caminos para mi actuación personal, y creo que precisamente personas del género masculino que se niegan a hacer uso de estructuras que prolongan ese binarismo ya están ampliando y forzando ese abanico de la masculinidad y ayudando a romperlo; ¿por qué no hablar entonces de masculinidades alternativas como parte de un proceso de «abolición de género« que, en cualquier caso, no creo que se pueda dar sin ellas?


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